Saludé a mi madre y me senté en la silla que estaba frente a la taza. sostuve la taza entre mis manos, estaba caliente. bebí un sorbo para medir la temperatura del café, estaba dulce, espumoso, caliente y delicioso.
Miré por la ventana. mi madre y yo viviamos en un apartamento en el quinto piso de un edificio que estaba en la esquina de dos avenidas. por eso, solía sentarme a ver a las personas y a los autos que pasaban por la vereda y la calle.
Estabamos a fines del verano (en marzo más precisamente), y a esa hora el sol comenzaba a aparecer grande e imponente en el horizonte. La gente salía de sus casas y autos apurados por llegar a trabajar. Parecían miles de hrmigas en un hormiguero gigante.
Giré la cabeza y miré el reloj que estaba sobre la puerta.
7:30, pensé. No tengo tiempo para desayunar, tengo que llegar al liceo en 15 minutos. mejor voy a lavarme los dientes
Me paré y fui al baño. la puerta volvió a rechinar cuando entré. Me lavé los dientes lo más rapido que pude, luego tomé mi mochila y una campera de verano. Le expliqué a mi madre las razones por las que no había desayunado y salí casi que corriendo. Me quedaban 5 minutos cuando me subí al ascensor. cuando llegué a la calle me qudaban 3 minutos. Para llegar en hora, tuve que correr por la calle. lo cual no me resultó muy dificil, porque llevaba puestos unos chupines y unos botines rojos.
Llegué a tiempo, pero muy agitada. corrí 4 cuadras en 3 minutos (un record) y llegué 7: 45 en punto. Entré a la clase, ya estaban todos mis amigos ahí, Silvana, Jessika, Paula, Ana, Gabriel y Gastón.
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