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mis 4 amores = hermosos preciosos perfectos heavys talentosos y sexys ♥

jueves, 13 de enero de 2011

Cap: Ahora resulta que el presidente del consejo de nobles es Jency Ludovacca?? estas muy equivocado ¬¬

- Camila… - me llamó esteban sacándome de mi trance baboso – tengo que darte el antídoto ya.
- Que? – pregunté dudosa pensando en que me haría tragar, pero mi cara de horror se me escapó al ver la jeringa llena de un liquido negro que sacaba de sus bolsillos… que mierda me iba a inyectar?!
- Estira el brazo infectado y cierra el puño – me ordenó remangando mi brazo herido.
- No, esteban, estas loco… que me vas a inyectar?!
- Es saliva de lycan – explicó quitándole el capuchón a la jeringa- la idea es saturar tu cuerpo con veneno, tanto que el cuerpo lo rechace, eliminando el que ya había.
- O sea que vás a envenenarme? – pregunté alarmándome
- No, voy a curarte. – corrigió y estiró mi brazo a la fuerza. – no te niegues! Ayudame…
- Pero esteban… - susurré.
- Confía en mi – aseguró mirándome los ojos con convicción

Lo miré y por un segundo creí profundamente en él, no podía no creerle. No lo conseguía. Estiré el brazo y cerré el puño mientras desviaba la vista a otro lado porque no podía ver como me inyectaba eso negro y repulsivo. Sentí el pinchaso y juro que dolió demasiado… sentí como el liquido negro recorría mis venas y comenzaba a sentir el cuerpo caliente, demasiado caliente.

- Quema… - farfullé mirando a esteban – me traicionaste, esto va a matarme, no a salvarme… - lo miré con todo el odio que hasta ese momento le venía guardando.

Cada vez comenzaba a sentir el cuerpo más y mas caliente al punto que comenzaba a dolerme todo, me dolía el contacto con la ropa y el aire que entraba por mis fosas nasales parecía cada vez más helado. Me hice un ovillo en el suelo porque el estomago me dolía muchísimo, casi como si se estuviera exprimiendo o retorciéndose.

Esteban me miraba con expresión preocupada pero tranquila al mismo tiempo, no podía creer que me hubiera hecho eso, pero sabía que debería habérmelo esperado… pero, donde estaba Máx? por qué no venía a salvarme o por lo menos a dejarme morir entre sus brazos? Me retorcí en el piso por el dolor que sentía y que apenas me dejaba respirar, grité de forma agonizante mientras me apretaba el estomago con las manos y giraba en el piso arqueando la espalda.

Busqué con la mirada a Máximo y no lo encontré por ningún lado y esto hizo que comenzara a llorar hasta empañarme la vista, no soportaba la idea de morir sin verlo, no lo soportaba. Gemí por el dolor y por que no podía verlo antes de irme. Me imaginé a un gemelo que no conocía muriendo unos días después de que muriera, un gemelo que pensaba jamás conocería, pero me equivocaba, como me equivocaba.

Sentí como se me oprimían los pulmones y lo difícil que se me estaba haciendo respirar, se oprimieron progresivamente hasta que no pude respirar más y comencé a ahogarme… me retorcía contra el piso y me tomaba del cuello con las 2 manos sin poder hacer pasar el aire. Se me iba la conciencia y lo notaba porque los ojos se me cerraban sin poder volver a abrirlos… era mi hora final, eran los segundos anteriores a mi muerte…

No vi la luz esa que dicen que se ve al morir, no escuché voces de ángeles o nada parecido, no vi la puerta del cielo, pero tampoco vi la puerta del infierno… tampoco reviví mi vida, pues no había demasiado por revivir, nada valía la pena por rememorar en ese momento, solo 3 personas saltaron a mi mente: Julieta, Benjamín y por supuesto, Máximo. Los 3 vampiros, los 3 seres amados, los 3 buenos compañeros, hermanos, amantes y amigos. Recordé a Julieta en todos esos pijamas parties que tuvimos, a Benjamín en todas esas tardes en mi casa donde siempre tenía una sonrisa para mi y a Máx… a Máximo lo recordé por completo, en sus buenos y malos momentos, en nuestra unión y en nuestra separación lo recordé todo y luego… nada.

NADA.

“esperen… esto es morir?!”pensé desde un pequeño rincón totalmente negro, me daba la impresión de que había perdido mi cuerpo y estaba en un lugar completamente negro, flotando en un lugar sin pies ni cabeza, sin derecha ni izquierda, sin arriba ni abajo, sin norte ni sur. “what the fuck?! Pensé que iba a ser un poco más interesante y que si no me iba al cielo, por lo menos me iba al infierno a quemarme por siempre… pero no esperaba esta cosa negra”

Pero, estaba pensando? Como pensaba si estaba muerta? Como era conciente del “lugar” donde estaba si acababa de morir? Como era posible? Todo era en verdad extraño a esa altura del partido… y si no estaba muerta? Y si solo había perdido la conciencia de forma en verdad profunda? Y qué perdía con intentar moverme ahí dentro? Y que perdía si intentaba volver a la realidad: revivir? Y que perdía con intentar buscarle una salida a la negrura?

Mi lado depresivo se apareció de improviso y comenzó a susurrar cosas en mis oídos:

“…lo lograste… estás muriendo tonta, o mejor dicho, probablemente ya hayas muerto. Piénsalo, se terminaron las noches desvelada mientras te ahogabas con tus propias lagrimas, se terminó eso de levantarse media hora antes para hacer magia con maquillaje para cubrirte las ojeras oscuras, se terminó el dolor de mirarte al espejo y darte cuenta que al pasar los días te volviste un espectro agonizante, se terminó eso de cambiar cada canción de amor que se te cruzaba por la vida, se terminó tu tortura, se cumplió tu deseo: moriste, no más dolor, no mas aflicción, no mas nada.”

-NO! – grité negándome a esa voz, no tenía razón, valía la pensa sufrir por los que quería, valía la pena… - todavía NO! – grité otra vez mientras entraba como en un vórtice de luz y de improviso estaba otra vez tirada en la calle con Esteban en frente de la casa verde.

Respiré con fuerza un par de veces, sentía la mejilla contra la baldoza gris de la vereda y el frio de la misma. Escuchaba mi respiración agitada y el sonido de los autos distantes.

Unas crecientes ganas de vomitar me azotaron de forma irrefrenable y por reflejo me apoyé sobre los codos y vomité contra las raíces del árbol un liquido negro que al contacto con la tierra comenzó a desintegrarla y a filtrarse en las raíces, pudriendo la madera y haciendo morir lentamente a la planta. Respiré hondo, estaba viva, volvía a estarlo. Me alejé del árbol a rastras y me tumbé en el piso boca arriba… miré el cielo, sentí el viento contra mi cara y el sonido de los autos…

Sonreí… sonreí y luego comencé a reir como loca, a carcajadas… ESTABA VIVA! Estaba VIVA y tenía tiempo para solucionarlo todo! Reí mientras se me salían las lagrimas de felicidad…

- Camila… estas… bien? – preguntó acercándose a mi.
- Sii! – ecxlamé con una inmensa sonrisa – pero quiero agua… - me sentía extremadamente bien a decir verdad, demasiado bien.
- Ehmm… agua? Bueno, te quedas aquí que cruzo al almacen de enfrente y te compro algo. Esperame aquí y no te muevas…
- Traeme chicles de menta profiiis! – le pedí con una sonrisa y el se levantó y se fue.

Me senté en el suelo y miré todo a mi alrededor con una sonrisa… ESTABA VIVA! Todavía no podía creerlo…

- Mi amor! – exclamó Máximo salido de la nada tirándose sobre mi, abrazandome y dando vueltas en el piso conmigo a cuestas – juré que te había perdido… casi muero estúpida! No vuelvas a hacerme esto nunca más! Nunca te pongas en estas condiciones otra vez! Te amo, te amo, te amo, te amo linda! – besó mi mejilla incanzables veces en pocos segundos y luego me miró a los ojos.
- Te amo! Te amo te amo te amo te amo mucho más de lo que parece, en serio Máximo Vilumet. – dije sonriéndole alegremente – hoy en cuanto este libre quiero verte…
- Después hablamos, si, después de esto si no te veo muero… - dijo besando mi mejilla otra vez.
- Ya vete max… - dije – esteban ya va a volver… - besé su mejilla y lo empujé lejos de mi.

Se levantó del suelo a gran velocidad con una sonrisa y se fue. A los pocos minutos volvió esteban con una botella de agua y un paquete de chicles. Me tomé casi toda la botella de una sola vez para sacarme ese gusto raro que me había quedado dentro de la boca y luego me llevé 3 chicles de menta de una sola vez a la boca.

Recién ahí me fijé en esteban, parecía más preocupado que antes.

- Qué te pasa? – pregunté mascando chicles.
- Nada… es que, aun no creo que hago esto por ti… - susurró con la mirada distante – ahora tenemos que ir a mi casa y dar la cara, no será fácil, todos piensan que estás muerta o que estas agonizando; se sorprenderán cuando te vean bien.
- Tan falsos… todos quieren matarme, malditos hipócritas. – dije mirando el piso con molestia, dentro de todo, podría decirse que esteban era el más humano de todos porque los demás eran todos unos animales.
- Es nuestro trabajo camii, es lo único que sabemos hacer, nos nos jusgues por eso – dijo pasando su brazo por ensima de mis hombros.
- Pero tu no eres así, o por lo menos no tan asi. – hice una mueca medio rara y lo miré a los ojos.
- Si soy así camila – dijo con tono seco – pero a ti no puedo matarte, a ti no. Por lo menos los calmara que estés de nuestro lado.
- Tu crees? – pregunté dándolo por hecho, pero desde cuando yo estaba en su bando?? Ese chico estaba alucinando si pensaba que lo prefería a él en vez de a los Vilumet… los Vilumet eran mi familia y él para mi no era nada.
- Si, definitivamente nos da ventaja tener una infiltrada en esa casa. – su tono de voz fue determinante.
- O sea que pretendes que me meta en sus vidas para que los maten? – pregunté haciéndome la incrédula.
- Si, eso quiero. Camila, esto es por tu bien, no tienes idea de las cosas horribles que ellos pueden llegar a hacer contigo…
- Que cosas? – pregunté mirándolo desconfiada.

Por un segundo me miró como asustado y luego prosiguió.

- Pueden obligarte a matar para comer, pueden obligarte a beber, pueden hacer que tengas encuentros carnales con ellos, pueden hacer tantas cosas contigo que no te lo imaginas.
- Los pintas como si fueran perversos, demonios pecadores provenientes del infierno que encarnan en cuerpos humanos en contra de la voluntad del alma que habita en ellos, no seas tan exagerado por favor. – dije con sarcasmo y él me quedó mirando alarmado.
- Eso es lo que son Camila, son viles, demonios malvados que vienen desde abajo, corrompedores de almas, controladores y más. En especial los nosferatus… son los peores y se hacen llamar puros, los odio…
- Y que te han hecho los nobles para que los odies tanto? – pregunté como al pasar apoyando las manos en el suelo.
- Se robaron a mi madre – dijo con la furia suviendo por sus venas – hace 11 años, mis padres y mi hermano mayor fueron asignados a una misión especial: tenían que derrocar al presidente del consejo de nobles. Les llevó más de un año descubrir la identidad del maldito y otros 6 meses encontrar su paradero. Cuando lo atacaron, el chupasangre escapó ileso y se llevó a mi madre con él… lo último que supimos fue que fueron vistos en el aeropuerto de Inglaterra y luego nada… simplemente desaparecieron del mapa.

Noté algo que no encajaba en la historia, si el presidente del consejo de nobles era Máximo, donde se encontraba la madre de esteban en estos momentos? Además, conocía demasiado bien a mi ex y podía asegurar que el jamás se llevaría a alguien en contra de su voluntad por más que fuera su enemiga, lo que me llevó a concluir que en ese caso, la mujer tendría que haberse engemelado del supuesto “presidente del consejo de nobles” y también sabía que max no tenía gemela… lo que me llevó a razonar que Esteban tenía una idea errada de la identidad del presidente del consejo de nobles.

- Y como se llamaba él? – pregunté de repente mirándolo con expresión dubitativa. – me refiero al noble…
- Jency Ludovacca – dijo con odio en su tono de voz
- Y tu madre? Como se llama?
- Rosa Sangrial – dijo mirándome con los ojos vidriosos de ira – porque preguntas? La has visto?
- Solo curiosidad… y no, no la he visto ni he oido hablar de ella, nunca. – le aseguré tocando su rostro con el dorso de la mano, pero si lo supiera, te lo diría. Eso no lo dudes.

Me miró y luego sonrio disimuladamente. Procedió a mirar la hora en la pantalla de su celular y luego lo guardó en el bolsillo trasero de su pantalón. Tomó mi mano con la suya y me miró algo temeroso.

- Es hora de que vayamos – me miró con todas sus dudas y apreté su mano para que por lo menos sintiera que podía apoyarse en mi, eso me convenía. – voy a necesesitar de ahora en adelante que estés cerca de mi camila, me gustaría poder apoyarme en ti… podré? – pregunto haciendo de mi respuesta algo determinante...

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