El sonido de huesos rompiéndose y el palpitante corazón que se detuvo me abrumó… acababa de desnucar a una persona, acababa de matar a alguien… era una maldita ascecina. Intenté no pensarlo, no era el primero al que mataba. Actué rápido, no quería que su sangre se enfriara y luego coagulara, no… nada de eso. Acomodé su cuerpo sobre mis hombros y trepé por una escalera hacia la azotea.
Acomodé el cuerpo sentado contra unas maderas que había allí y me senté a su lado mientras acercaba mi boca a su cuello. Sentí el delicioso sonido de la piel perforándose y luego la sangre brotando hacia fuera… no era lo más rico que había probado, pero con la sed que tenía me parecía totalmente delicioso. Su sangre tenía el inconfundible sabor amargo y metalico de las toxinas de la droga, pero aún podía disfrutar del sabor a rosa mosqueta de la sangre original.
Cerré los ojos para agudizar el oido y el gusto, así podría estar atenta y podría disfrutar al mismo tiempo. No tardé más de 10 o 15 minutos en vaciarlo por completo, saqué mis colmillos de la piel del muerto y miré hacia los lados: todo se veía más claramente a causa de que estaba recién alimentada. Máximo no estaba, supuse que estaría casando a su propia presa, por lo que rápidamente, luego de registrar el perímetro por las dudas, cargué el muerto sobre mis hombros y comencé a correr a toda velocidad a través de los tejados y azoteas. El lugar donde los Vilumet incineraban los cuerpos de sus victimas para que nadie los encontrara no quedaba demasiado lejos, por lo que luego de media hora corriendo llegué sin problemas. Entré, puesto que Max me había dado una llave y luego cerré, me adentré en aquel lugar tétrico en la oscuridad, aunque de hecho veía muy bien.
Sabía exactamente donde dejar el cuerpo hasta que llegara máx, conocía bastante bien ese lugar, pues iba una vez por semana allí más o menos. Deposité el cuerpo en la cámara donde se incineraban los mismos y salí de allí con agilidad, no me gustaba estar demasiado tiempo metida ahí. Subí a la azotea del lugar, porque prefería quedarme allí esperando a máximo o alguna orden que me diera. Promediarían las 5:30, por lo que el sol ahí tenía rato antes de despertarse de una vez y también faltaba rato para que el reinado de los vampiros terminara, aún faltaban unas horas para que volviera a ser completamente humana.
Al poco tiempo sonó mi celular y reconocí al instante el tono de max.
- Max.. – contesté con naturalidad.
- Donde estás? – preguntó con la voz agitada, como si corriera con algo a cuestas.
- En la azotea… donde queman los cuerpos. Y tu? Donde estas?
- Estoy yendo hacia allá, llegaré en 7 minutos mas o menos… todavía tenemos tiempo verdad?
- Si claro… 1 hora y media mas o menos. Que sucede? – pregunté frunciendo el ceño, eso ya me parecía un poco raro.
- No te preocupes amor, solo es que no creo que te vea el día de tu cumpleaños, asi que tenía que darte el regalo ahora…
- Aun faltan 2 días max… - comenté sonriendo – además, porque crees que no podrás verme?
- No preguntes cosas que no puedo responder… solo se lo que no va a pasar.
Eso me sonó extremadamente raro, pero aún asi lo obvie. Lo saludé y corté, lo esperaría allí y luego me hiría a dormir, tenía mucho sueño la verdad y de seguro mi madre me despertaría temprano.
El día de mi cumpleaños me desperté bastante feliz, llovía torrencialmente. Amaba la lluvia, demasiado y más en el día de mi cumpleaños. Mi madre me alcanzó el desayuno a la cama y luego me vestí. Me puse mis botas de agua de florcitas negras por fuera del chupín oscuro y una polera a rayas horizontales negra y blanca. Arriba de eso una campera abrigada roja. Organicé mi cabello sintiendo unas crecientes ganas de cortarlo, pero supuse que no me quedaría tan bien entonces abandoné esa idea al instante.
Sería otro día en el que me sorprendería bastante, pero que más daba si pasaban cosas buenas o malas, seguía marchita por dentro aunque aprendía a disimularlo muy bien. Tenía un presentimiento, como negarlo… algo malo estaba por pasar, lo sentí en el aire apenas salí de mi casa y un trueno quebró el sonido. El aire olía demasiadas cosas… tierra mojada… caños de escape… efluvios humanos… madera… lluvia… lycan… sangre…
“ya termina de convencerte, vives en la zona de caza de un lycan¨ me dije a mi misma negando con la cabeza sosteniendo firmemente el paraguas. Comencé a caminar en dirección al liceo con pasos seguro y pisando casi todos los charcos de agua que me encontraba en el camino por el simple placer de escuchar el chapoteo debajo de mis pies. Dejé que por 4 cuadras el sonido de la torrencial lluvia me envolviera y me encantara, dejé que me abrazara ese sonido que me daba paz, y tanta tranquilidad. Recordé por un momento ese hermoso mes en el que fui tan feliz, ese junio con Max, recordé con nostalgia cuando salíamos a caminar debajo de la lluvia en las noches oscuras, recordé esos hermosos besos bajo la caricia de millones de gotas que se estrellaban contra nuestra helada piel…
Negué con la cabeza esbozando una verdadera sonrisa nostálgica. Acaricié el regalo de Máximo que descansaba en mi dedo como si hubiera sido forjado para pasar todo el tiempo rodeando me dedo. Mientras traspasaba las rejas del liceo miré mi mano, miré el anillo que él me había regalado, era de un cristal rojo sangre que tenía un tenia resplandor. Recordé el momento en que me lo dio con una sonrisa:
Estabamos los 2 sentados en la azotea mirando el despejado cielo invernal. Uno al lado del otro no nos tocábamos, pero yo me sentía muy pegada a él de todas formas.
- Me debatí bastante entre regalarte esto u otra cosa… pero creo q esto te va a gustar más… creo. –dijo con tono dubitativo sin mirarme y sacó algo de los bolsillos de su pantalón.
Miré lo que llevaba en la mano… era… una pequeña jaulita? Lo quedé mirando algo extrañada sin que el lo notara y en cuanto giro su mirada hacia a mi disimule una complacida sonrisa.
- No pongas esa cara, sé que te resulta extraño.
- Bueno… es que tengo curiosidad… que hay ahí? – pregunté extrañada mirando como 2 cosas se debatían en la jaulita con un poco de furia.
- Son serpientes sanguíneas – explicó mostrándome la jaulita y pude ver como 2 pequeñas y finas serpientes transparentes se debatían con ferocidad contra las rejas plateadas. – son… anillos.
- Anillos? – pregunté mirándolo con una pequeña sonrisa interesada, max siempre tenía esos extraños regalos que resultaban ser de lo más interesantes. – como funcionan?
- Bueno… básicamente, se enrollan a tu dedo, se adhieren a tu carne… pero no duele – me dijo con rostro tranquilizador. – lo juro.
- Cool – susurré mirando encantada las pequeñas serpientes – y porque son 2?
- Es que… una es tuya y la otra es mía… - me miró un poquito avergonzado – es que… quiero q siempre tengas algo mío contigo y quiero tener algo tuyo conmigo siempre… y… - se quedó callado y amagó con guardar la jaulita, pero no se lo permití.
- Y como me lo pongo? – pregunté con una sonrisa y cubrí mi mano con la suya, de esa forma la jaulita estaba presa entre nuestras 2 manos.
Sonrió algo timido y me pregunté porque se ponía hací.
- Bueno… estos son una hembra y un macho… a ti te corresponde el macho, porque ese vendría a ser yo…
- Muchas gracias – le dije besando su mejilla como 10 veces seguidas antes de que volviera a hablar. – veamos…. – comenté y solté su mano para abrir la pequeña puertita de a jaula.
- Espera! – me frenó alejando la jaula – antes tienes que saber que una vez que te lo pongas no podrás quitártelo nunca más… jamas.
Me miró algo indeciso , como si no estuviera seguro de mi respuesta. Yo le sonreí tranquilizándolo y mis manos tomaron su rostro tiernamente.
- Claro que me lo voy a poner… pase lo que pase siempre querré tener algo de ti conmigo, nunca lo dudes mi amor… nunca lo dudes.
Sonrió feliz y se dispuso a abrir la jaulita. Sacó la serpiente más grande sosteniéndola por la cola. El animal se debatió ferozmente. Se acercó la serpiente a su muñeca y yo lo miré confundida.
- Me imagino que si son “serpientes sanguíneas” es porque chupan sangre no? – pregunté mirándolo.
- Si… antes de ponértelo hay que alimentarlo. – el animal en cuanto estuvo lo suficientemente cerca de la piel de Máximo abrió la boca e internó sus finos colmillos en la piel palida.
Miré sorprendida como el fino animal se iba llenando de sangre y dejaba de ser transparente como el cristal a ser rojo, del color de la sangre de max. En cuanto la pequeña serpiente estuvo repleta de sangre, como una jeringa llena, se desprendió de la piel de él y quedó quieta en su palma. Máx me miro inseguro un momento pero yo no le di tiempo a que se retractara y acerque mi mano a la suya.
Fue instantáneo, el animal se irguió y se arrastró por mi palma hasta mi dedo anular, donde se enroscó con fuerza, adhiriéndose a mi carne y al final, abriendo las fauses y mordiendo mi dedo. Se quedo quieta. No me dolió nada.
- Wow…- susurré impresionada – me encanta…
Lo miré con una sonrisa y me tiré sobre él, tumbándolo en el piso y besándolo en los labios muerta de amor. Nuestras lenguas se enredaron como 2 serpientes mientras sus brazos se apretaban cada vez más fuerte alrededor de mi torso. No podía respirar pero no me importaba para nada... no mientras podía besarlo. Mordí con suavidad su lengua y en respuesta gruño y mordió mi labio haciendo que lo deseara más que nunca. Una de mis manos se aferró a su pelo despeinándolo y atrayendo su cabeza más hacia mi.
Nos giramos y el quedo sobre mí, balanceando su peso a la perfeccion para que no me aplastara. Se ingenió para poner una de sus piernas entre las mías y yo se lo facilité por instinto. Mis labios bajaron por su cuello… mordiéndolo con fuerza como yo sabía que a él le gustaba y luego sus labios recorrieron mi mejilla y bajaron por mi cuello, lamiendo con suavidad desde mi mentón hasta la clavicula. Me mordió muchas veces… al principio con suavidad y después cada vez más fuerte hasta el punto que se me escapó un pequeño gemido de dolor mientras arqueaba la espalda por inercia. Cuando me arqueé su cuerpo se acopló al mío en un instante y paso uno de sus brazos por debajo de mi espalda, apretándome contra él.
Nuestros labios se unieron deseosos otra vez mientras nuestras lenguas se consumían en pura pasión…
- No… e-e-espera! – exclamó máx con la respiración totalmente descontrolada y apartándose apoyándose sobre sus brazos estirados por sobre mi.
- Qué…? – dije con tono desesperado respirando con fuerza.
- No… esto no puede estar pasando… mierda! – negó con la cabeza y se tumbó a mi lado sin tocarme. – no…
- Qué está mal? – pregunté girando y recostando mi cabeza en su pecho
- Es que no lo entiendes…?! Nosotros casi… - se quedó callado y me apartó. Se sentó y se despeinó el pelo con nerviosismo – maldita sea! Me siento un violador… doy asco. – farfulló para si mismo.
Me quedé helada al comprobar que tenía razón… “Nosotros casi…” si, casi casi y si no hubiera sido por él lo más seguro era que sucedería…
Aparté ese recuerdo de mi mente porque estaba entrando a la clase y muchos de mis compañeros se me lanzaron encima para saludarme, por lo que terminé riendo en el piso con Julieta sobre mi. Miró por un momento mis dedo y la serpiente que estaba bien enroscada a mi dedo y con sus colmillos clavados en mi carne… Julieta sonrió al verla y luego me ayudo a levantarme.
- Mmm… serpiente sanguínea… apuesto a q es de max.
Asentí con la cabeza mirándola sin ninguna mueca particular.
- Cuando te la dio?
- El sábado… bueno, el domingo de madrugada, es lo mismo.
- De madrugada? Uhh eso sono degenerado – se mofó ella con una sonrisa picara.
- Cazabamos… - puse los ojos en blanco obviando q en verdad casi pasaba algo…
- Si claro, y yo me chupo el dedo… - ecxlamó sentándose en su lugar.
“maldita sea ya me leyó la mentee… pfff”
hola!!!
ResponderEliminarwwwaaaooo que padre!!!
me gustaron los anillos
que romantico:D aaaaaaahhh
ya casi?? por que no terminaron!!!
es muy raro que un hombre no quiera jajaja
pero bueno por favor publika pronto!!!!sisisi
bye kuidate