PRIMERA SEMANA (PARTE 7)... MALAS PASADAS DEL SUBCONCIENTE

Allí estaba el perro negro, el gran danés que había encerrado en el ascensor.

- ¿Como? – pregunté en voz alta - ¡¿qué eres!? – le grité al perro.

Jamás había tenido un ataque de pánico y no tenía muy clara la definición de pánico… así que no puedo asegurar que fue un ataque al pie de la letra, pero si puedo decir que fue el momento en que más tuve miedo hasta ese momento.

El perro me miraba muy fijo y con algo que definí como falsa frialdad (¿falsa frialdad? El miedo me hacia desvariar…) ¿qué había en el fondo de esos ojos profundos y fucsias? ¿Por qué había aparecido en el edificio? ¿Qué lo atraía ascia mí? ¿Cómo y cuándo descubriría la verdad del asunto? ¿Qué era ese ser parecido a un perro? ¿Por qué tenía tantas ganas de acariciarlo? ¿Por qué de alguna extraña forma le tenía aprecio?

Millares de preguntas y ni una sola respuesta…

Desvié la mirada ascia el teléfono, tal vez se lo contaba a mi madre, aunque seguro iba a creer que estaba loca. Sentí un viento helado acariciándome el cuerpo y dirigiéndose a la puerta. Miré el lugar donde estaba el gran danés, pero no estaba…

Salí del apartamento y miré el pasillo. Frente al ascensor estaban las escaleras de emergencia con las luces apagadas, como siempre. Desde donde estaba podía ver las escaleras oscuras y el ascensor. Una nube de miedo plomiza me cubrió por completo cuando de entre la oscuridad de la escalera pude distinguir muy claramente un par de ojos rosados y hermosos que brillaban incandescentes… por más hermosos que fueran esos ojos inhumanos, me metí en el apartamento a toda velocidad y cerré la puerta con llave. Estaba 100 porciento segura de que esos ojos eran de ese extraño perro… o… ¿no era un perro?

El resto de la semana fue bastante interesante, ya que los chismes corrían como autos de formula 1 y podía enterarme de todo lo que quería y cuanto quería. Uno de los más jugosos era que a Nadia (mi archí-enemiga, podría decirse) le gustaba Gabriel, pero por suerte, mi amigo solo tenía ojos para su noviecita Jessika (era increíble que hubieran sobrevivido al verano, pero no es relevante). Otra cosa interesante era que había comenzado a almorzar con los Vílumet, más especialmente con Julieta, ya que will, al parecer nunca tenía hambre. Era increíble, tenía tantas cosas en común con ellos que parecía que los conocía de toda la vida, empezábamos a ser muy buenos amigos. De ellos descubrí muchas cosas, como que a will le encantan las motos y que a juli le apasiona sacar fotos en cualquier momento y en cualquier lugar.

De cierta forma era como una tortura… pensar en ese ¿perro? Ocupaba un tiempo bastante considerable en mi día. Me levantaba en las mañanas y pensaba en los ojos de ese perro a causa de lo parecidos que eran con los lunares de mi pijama, pensaba en él al medio día cuando el perro del vecino de al lado del liceo ladraba, también por la tarde cuando llegaba a casa y me subía al ascensor y luego por la noche cuando me acostaba a dormir y veía por la ventana a la luna brillar, entonces la asociaba con el brillo de esos ojos que encantaban. Si seguía así me iba a volver loca.

Aunque las cosas no terminaban ahí, en mis sueños ese perro me atormentaba. Ladrando y moviendo la cola. Acariciando mi rostro con su oscico. Transformándose en diferentes personas que conocía… mi inconciente me jugaba malas pasadas.

Pero el peor de esos sueños fue el del accidente… cuando tenía 8 años había sufrido un accidente en la carretera con mi padre: el auto derrapó y calló por una pendiente. A raíz de eso, el motor explotó… mi padre murió en ese accidente y yo me salvé. Lo raro es que creen que fue un milagro, yo no tenía forma de escapar de la explosión y sin embargo lo hice sin ninguna quemadura o lesión. Por mi parte yo no recuerdo lo que sucedió, solo se que me desperté en un hospital y que a mi lado había un enfermero de cabellos rubios y de manos heladas… soñé con ese accidente. Lo reviví en mi mente a la perfección… la única diferencia era que sentía un fuerte dolor en el cuerpo y a mi lado había una persona… un hombre, aunque yo no podía ver su rostro. De ese sueño me desperté agitada y con lagrimas en los ojos… pero también con la sensación de que yo no estaba sola en ese cuarto oscuro…